Los servicios digitales han venido transformando la vida de
las personas, la forma de hacer negocios, los procesos y, en general, la vida
de las personas. Quizás uno de los sectores en donde el impacto de la tecnología
se puede sentir con mayor fuerza es la banca, y es que hoy en día es casi
impensable tener que ir al banco a hacer una transacción, ya que la mayoría de
las operaciones las podemos realizar vía internet banking o a través de apps y
otras plataformas de pago.
Son precisamente estas nuevas aplicaciones de pago, algunas
no ligadas precisamente a la banca, las que vienen a imprimirle un giro
inesperado, ya que agilizan las operaciones entre contactos de redes sociales,
proveedores de servicios, retailers, fabricantes tecnológicos y más.
Esto ha dado pie para la aparición de “Neobancos”
(que operan solo vía móviles) y otras plataformas que fungen de intermediarios
entre pagadores y receptores de dinero, que facilitan las transacciones
multimonedas entre personas y empresas de diferentes países. Esta es una
excelente oportunidad para los gigantes tecnológicos para ingresar a competir
con la banca aunque sea por un flanco, pero si los bancos no avanzan a la misma
velocidad de los negocios, de la tecnología y de las necesidades inmediatas de
los consumidores puede representar el principio de la debacle de éste sector.