Un grupo de
cibercriminales internacionales se atribuyó el ataque perpetrado al Banco de
Chile a finales de mayo, de donde sustrajeron finalmente un aproximado de $ 10
millones.
Según un
comunicado oficial del banco que fue enviado a sus clientes, están haciendo lo
posible por recuperar el dinero pero han tenido que tomar medidas
extraordinarias, ya que los mecanismos de seguridad informática con los que
contaban se suponía eran suficientes para que su dinero y datos estuviesen a
buen resguardo.
El
procedimiento para el robo fue introducir un virus como señuelo, el que los
expertos identificaron como Malware Swap, lo que causó fallas en el correcto
funcionamiento de los sistemas del banco, oportunidad que aprovecharon los
hackers para efectuar operaciones bajo la red Swift y llevar los fondos hasta
Hong Kong. La detección casi inmediata de estas operaciones fraudulentas evitó
que fueran más, y solo se ejecutaron 4 operaciones de las docenas que estaban
en proceso.
Como medida
de prevención de nuevos ataques a la entidad, se decidió incorporar a expertos
del más alto nivel a su comité de asesores, a la vez que se planteó la
necesidad de modernizar los protocolos y optimizar las herramientas que les
ayudarán a bloquear este tipo de transacciones.
Igualmente,
el sector bancario de la región se mostró preocupado por la efectividad y la
rapidez con la que fue realizado este robo, por lo que se propuso buscar
asesoría con organismos internacionales de seguridad informática para elevar
los niveles de protección y ajustar el marco regulatorio al mundo actual para
cibercrímenes que, en ese país, data del año 1.993.
Redactado con información de ESET.